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La Ola Coreana(Hallyu) Un Modelo Estratégico y sus Lecciones Críticas

Updated: Aug 26

Imágenes de cultura coreana

 

El fenómeno de la Ola Coreana (Hallyu), ha emergido como un caso de estudio sin precedentes en la intersección de la política pública, la inversión privada, la academia y el soft power. En este blog analizaremos los pilares estratégicos que transformaron a Corea del Sur de una economía devastada por la guerra en una potencia cultural global, y simultáneamente, desentraña los desafíos y riesgos inherentes a su modelo.

 

Los hallazgos principales demuestran que el éxito coreano se fundamenta en una coordinación intersectorial ejemplar, una inversión estratégica y sostenida, y una audaz apuesta por la fusión entre la identidad cultural local y una proyección global. La profesionalización de la gestión cultural y la creación de un verdadero ecosistema de colaboración han sido factores determinantes para su ascenso.

 

A pesar de su éxito, el modelo coreano presenta algunos riesgos. Este informe identifica la sobreexplotación laboral de los artistas, la dependencia de plataformas de distribución globales, la excesiva comercialización de la cultura y el peligro de la homogeneización cultural como las principales advertencias. La serie El Juego del Calamar se revela como una crítica interna al sistema de competencia extrema que subyace en la industria.

 

Las lecciones no residen en una réplica ciega, sino en la adaptación estratégica del modelo. El camino a seguir implica la creación de alianzas regionales sólidas, una inversión sostenida en infraestructura y propiedad intelectual, un cambio de la lógica del subsidio a la del ecosistema y, de manera crucial, la inclusión de la rica diversidad cultural de nuestra región desde el centro de la narrativa. En definitiva, el desafío para Iberoamérica es creer en sus propias historias y utilizarlas como un activo estratégico global.

 

Introducción: De la Ceniza a la Ola Coreana (Hallyu)


El término "Hallyu" (한류), de origen chino, se traduce literalmente como "flujo" u "ola" (流) de "Corea" (韓). Inicialmente acuñado para describir el repentino y creciente aumento de la popularidad de la cultura popular surcoreana en China, el concepto se ha expandido para abarcar un fenómeno global que incluye el K-pop, los K-dramas, el cine, la gastronomía (K-food), la moda (K-fashion) y la belleza (K-beauty). Este movimiento cultural ha transformado la imagen del país y ha generado un impacto económico y político significativo a nivel mundial.

 

La historia de Corea del Sur en el siglo XX es una narrativa de profunda resiliencia ante la adversidad. Marcada por 35 años de invasión japonesa y la devastadora Guerra Coreana de 1950-1953, el país se enfrentó a un desafío existencial tanto en términos de identidad como de desarrollo económico. En este contexto, el sector cultural, lejos de ser una prioridad, operaba en la marginalidad y servía a propósitos rudimentarios. Sin embargo, la posterior industrialización del país, liderada por conglomerados como Samsung y Hyundai, sentó las bases para el desarrollo económico que precedió y luego se fusionó con el auge cultural.

 

El punto de inflexión en esta trayectoria fue el estreno de la película Jurassic Park en 1993. La película no solo fue un éxito de taquilla, sino que generó una recaudación equivalente al valor de exportación de 1.5 millones de coches Hyundai, una de las principales industrias de Corea del Sur. Este dato fue más que una simple anécdota; funcionó como una métrica poderosa que demostró a los líderes gubernamentales que los productos culturales de alta calidad tenían un potencial económico comparable o incluso superior al de sus exportaciones industriales más exitosas. En un momento de vulnerabilidad económica y en la búsqueda de nuevas fuentes de crecimiento sostenible, el gobierno coreano identificó la cultura no como un gasto subsidiable, sino como una inversión estratégica de alto rendimiento. Este revelador entendimiento fue el catalizador que impulsó la creación de políticas y marcos legales específicos para fomentar la industria cultural en los años siguientes.

 

Los Pilares de un Fenómeno: Análisis Estratégico del Modelo Coreano


El éxito de la Ola Coreana no fue un accidente, sino el resultado de un enfoque metódico y multifacético que combinó la visión estratégica del Estado con la innovación del sector privado y la participación clave de la academia para capacitar el talento. El modelo se asienta sobre una serie de pilares interconectados que, en conjunto, crean un ecosistema resiliente y competitivo.

 

Visibilidad y Gobernanza: El Rol del Estado

 

El primer pilar es el de la gobernanza, que pasó de la censura a la promoción activa. Inicialmente, el gobierno surcoreano mantenía un estricto control sobre los contenidos culturales, una política que se mantuvo durante las dictaduras. Sin embargo, la crisis económica asiática de 1997-1998 sirvió como el momento crucial para reenfocar la estrategia económica. El presidente Kim Dae Jung, reconociendo el potencial de crecimiento en un país altamente conectado digitalmente, decidió focalizar los esfuerzos en los contenidos culturales y creativos. Este cambio de paradigma culminó en 1999 con la promulgación de la Ley Básica de las Industrias Culturales. Esta legislación histórica no solo creó incentivos y beneficios fiscales, sino que también estableció un mecanismo de financiamiento dedicado a "productos culturales de alta calidad", asignando al Ministerio de Cultura el 1% del presupuesto nacional. Además, la ley sentó las bases para apoyar la creación de empresas y fomentar un entorno comercial justo en la industria cultural.

 

Como resultado directo de esta política, en 2001 se estableció la Agencia Coreana de Contenido Creativo (KOCCA), una entidad gubernamental con la misión de supervisar la producción, el financiamiento, la capacitación y el marketing de la cultura coreana. La KOCCA ha sido fundamental en el apoyo a la industria en múltiples géneros, incluyendo la música, los videojuegos, el cine y la moda.  Además de financiar proyectos, la KOCCA actúa como un puente entre creadores, productores, inversores y distribuidores, con el objetivo de convertir a Corea en una potencia mundial en la industria del contenido. El éxito de esta política es evidente en las cifras: para 2021, Corea del Sur se había posicionado en el 7º lugar del mercado global de creación de contenido cultural, con un valor de US$ 70.2 mil millones. Las exportaciones de contenido crecieron un 16.3%, alcanzando los US$ 11.9 mil millones, con los videojuegos como el principal motor.

 

Identidad y Proyección: De lo Local a lo Global

 

La estrategia coreana se centró en un principio rector: "exportar historias sin traducir su alma".Esto se demuestra en el éxito global de series como Squid Game, Extraordinary Attorney Woo, The Glory y Crash Landing on You, todas ellas profundamente coreanas en forma y fondo. Squid Game se convirtió en el programa más visto en la historia de Netflix, con 1.65 mil millones de horas reproducidas en sus primeros 28 días.

 

El éxito de estos contenidos ha generado un poderoso efecto de proyección de marca país, un concepto conocido como soft power. La creación de contenido cultural de alta calidad con una identidad local bien definida ha logrado un éxito masivo a nivel global a través de plataformas digitales. Este éxito, a su vez, ha despertado un interés masivo en la cultura coreana en su conjunto: el 32% de las menciones en línea sobre Corea están relacionadas con su cultura, gastronomía, moda, música y turismo. El interés por aprender coreano se disparó en Duolingo con campañas virales, y más del 80% de los usuarios globales de Netflix han visto contenido coreano. En Corea del Sur, el 91% de los ciudadanos cree que el éxito internacional de su contenido mejora la imagen del país, y el 85% siente orgullo nacional por la Ola Coreana.

 

Este interés se traduce en un aumento tangible del turismo, el consumo de productos como la cosmética y la moda (K-beauty, K-fashion), y una mejora general de la imagen de Corea del Sur a nivel global. La cultura se ha convertido en una puerta de entrada a múltiples sectores económicos y en una herramienta de diplomacia cultural eficaz.

 

 

Tradición y Modernidad: Un Nuevo Contrato Cultural

 

Corea del Sur ha encontrado un punto de equilibrio entre su herencia ancestral y una audaz apuesta por lo digital y lo global. Mientras conserva templos, palacios y rituales milenarios, también lidera el desarrollo de videojuegos, animación y cine de ciencia ficción. Este modelo no ve la tradición y la modernidad como conceptos opuestos, sino como complementos que se combinan de forma inteligente. La tecnología y los nuevos formatos se han convertido en vehículos para revitalizar y proyectar la herencia cultural. Por ejemplo, la vestimenta tradicional hanbok se incorpora a la moda moderna, los rituales ancestrales se muestran en los K-dramas, y los mitos se adaptan al cine de fantasía. Esto permite que la herencia cultural sea accesible, relevante y atractiva para las nuevas generaciones y para una audiencia global, generando un "nuevo contrato cultural" que no obliga a elegir.

 

Colaboración y Sinergia: La Lógica del Ecosistema

 

El modelo coreano representa una ruptura con la política cultural tradicional de muchas regiones, que a menudo se basa en subvenciones aisladas. La KOCCA no actúa como un simple organismo de subsidios, sino como un puente intersectorial que financia, capacita y facilita la vinculación entre creadores, productores, inversores y distribuidores. La inversión se enfoca en fomentar redes de colaboración, profesionalizar la gestión y crear valor que se multiplica a través de la sinergia entre lo público, lo privado y la academia. Es un modelo de gobernanza creativa colaborativa que busca construir confianza y redes que multipliquen el valor de la cultura, asegurando que ninguno quede fuera del juego por falta de acompañamiento. Además, la KOCCA apoya activamente la expansión de los contenidos coreanos en el extranjero.

 

Gestión y Riesgo: La Profesionalización de la Cultura

 

El modelo coreano ha fomentado la profesionalización de la gestión cultural, alentando la diversificación de los ingresos más allá de los subsidios. El contenido cultural se ha convertido en una puerta de entrada a múltiples sectores económicos, permitiendo la diversificación de los ingresos a través de productos derivados, licencias, experiencias en vivo, y turismo creativo. Sin embargo, esta estrategia también ha creado una clara dependencia de plataformas globales como Netflix, que es la principal plataforma de visualización de contenido coreano en mercados clave, con porcentajes de preferencia que van del 63% al 90%. Si bien la colaboración con estas plataformas proporciona una visibilidad y alcance masivos, también genera un riesgo estratégico, ya que el modelo queda a merced de las políticas y algoritmos de estas corporaciones, lo que podría limitar la autonomía y los beneficios a largo plazo. La diversificación de los ingresos a través de la propiedad intelectual, el merchandising y el turismo es la estrategia de mitigación para este riesgo. Un dato interesante es que los usuarios de Netflix que ven contenido coreano están el doble de interesados en viajar a Corea, comprar productos coreanos o aprender el idioma, en comparación con los no usuarios.

 

La Otra Cara de la Moneda: Los Desafíos y Críticas del Modelo Coreano

 

A pesar de los logros económicos y de soft power, una mirada crítica revela el lado oscuro del modelo coreano, que presenta desafíos significativos para su sostenibilidad humana y creativa. Si bien la Ola Coreana es inspiradora por su coordinación público-privada, replicar ciegamente el modelo podría llevar a un monocultivo cultural y a una ciudadanía basada en el consumo.

 

Dependencia y Homogeneización Cultural

 

El éxito del modelo coreano, al estar estrechamente ligado a políticas estatales, conlleva el riesgo de sesgo, censura y la promoción de una "cultura oficial". Aunque la constitución coreana garantiza la libertad de expresión, las leyes de seguridad nacional permiten la restricción de contenidos que el gobierno considere inapropiados, lo que genera un riesgo de homogeneización y limita la diversidad de las expresiones artísticas. Un informe del relator especial de la ONU en 2010 expresó su preocupación por el aumento de restricciones a la libertad de expresión en el país.

 

Explotación y Sostenibilidad Creativa

 

El lado más criticado de la industria cultural coreana es el de las condiciones laborales precarias y la sobreexplotación de los artistas. En el modelo del K-pop, los "ídolos" son considerados a menudo como "una herramienta más de las disqueras", sin los derechos laborales de un trabajador común. Los jóvenes firman contratos de entrenamiento riguroso desde la adolescencia y a menudo sus ingresos son mínimos a pesar del éxito masivo de su trabajo. Las corporaciones de entretenimiento ejercen un control casi absoluto sobre sus vidas y carreras, lo que ha llevado a un sistema de competencia feroz. Los artistas temen ser conocidos como "rebeldes" por oponerse abiertamente, lo que podría llevarlos a perder valiosas oportunidades.

 

En este contexto, la serie El Juego del Calamar no es solo un producto de la Hallyu, sino una poderosa metáfora y una crítica interna al sistema que la hizo posible. La serie narra la historia de individuos desesperados que compiten en juegos brutales por la supervivencia económica, y se transforma, sin quererlo, en la descripción del mismo modelo que la hace posible, donde las personas deben luchar para llegar a ser parte de una ola que si no la surfeas, te ahogas. La misma sociedad que produce la Hallyu, con su intensa presión por el éxito, es criticada por uno de sus productos más exitosos. Esto revela una profunda tensión entre el éxito económico del modelo y su sostenibilidad humana y creativa, donde el éxito se ha convertido en la única medida de valor, lo que genera una presión insostenible sobre los artistas.

 

El modelo cultural coreano puede priorizar al consumidor sobre el ciudadano, lo que lleva a una comercialización omnívora de la cultura y a una visión utilitarista de la misma. La cultura se convierte en un producto de consumo masivo, lo que puede diluir su valor intrínseco y simbólico.

 

Conclusiones y un Llamado a la Acción para Iberoamérica

 

Las lecciones del modelo coreano son claras y profundas. Primero, una visión estratégica cultural a largo plazo puede transformar la imagen y la economía de un país entero. Segundo, la cultura, cuando se gestiona con ambición, puede generar un valor económico, político y emocional considerable. Y, finalmente, el éxito no reside en la imitación de otros, sino en la inversión en lo propio con una visión global.

 

Para Iberoamérica, la meta no es replicar ciegamente el modelo coreano, sino adaptarlo de forma estratégica para construir un ecosistema creativo propio que sea más democrático y sostenible.

 

Las recomendaciones clave son las siguientes:

●      Crear alianzas regionales de contenidos: La región debe unirse para coproducir y, más importante aún, para pensar en mercados conjuntos que multipliquen el valor de la región a nivel global.

●      Invertir en infraestructura y profesionalización: Es fundamental destinar recursos a la protección de los derechos de autor, la formación técnica y profesional del sector, y la infraestructura digital necesaria para competir en la economía creativa global.

●      Diseñar políticas públicas de ecosistema: Se debe cambiar la lógica de la subvención aislada a una política de ecosistema que conecte a los actores clave: el gobierno, la inversión privada, la academia y la sociedad civil.

●      Inclusión desde el centro de la narrativa: A diferencia del riesgo de monocultivo cultural coreano, Iberoamérica debe incluir a sus comunidades indígenas, rurales y afrodescendientes desde el centro de la narrativa, valorizando la riqueza de sus expresiones (carnavales, murgas, reguetón, cuentos orales) como un activo único y globalmente atractivo.

 

Iberoamérica tiene todo para ser una potencia creativa con identidad, con la gestión pública como garante de los derechos culturales y con una colaboración genuina entre todos los sectores para cambiar las reglas del juego global y ganar juntos.

 

 

Tabla 1: Cronología Clave del Desarrollo del Hallyu

 

 

Fecha

Evento/Hito

Significado Estratégico

1950 - 1953

Guerra Coreana

Origen de la situación post-conflicto; el sector cultural era secundario.

1968

Se funda el Ministerio de Cultura e Información Pública

Primera institución estatal dedicada a la cultura, aunque con un enfoque de control y censura.

1993

Estreno de Jurassic Park

Evento catalizador que demuestra el potencial económico de los productos culturales, recaudando el equivalente a 1.5 millones de coches Hyundai.

1997

Crisis Económica Asiática

La crisis empuja a Corea del Sur a reenfocar su estrategia económica y a ver la cultura como una industria de exportación.

1999

Ley Básica de las Industrias Culturales

La ley convierte a la cultura en una política de Estado, creando incentivos y dotando al Ministerio de Cultura con el 1% del presupuesto nacional.

2001

Se crea KOCCA

La Agencia Coreana de Contenido Creativo se establece como el principal motor de apoyo a la industria cultural.

2010

Gangnam Style

Primer éxito global masivo de K-pop, demostrando el potencial viral de la música coreana.

2019

Parasite gana el Oscar

La película se convierte en la primera no en inglés en ganar la estatuilla, un hito para el cine coreano.

2021

Estreno de El Juego del Calamar

La serie se convierte en el programa más visto de la historia de Netflix, demostrando el alcance global del K-drama.

2024

Han Kang gana el Premio Nobel de Literatura

Hito que demuestra la profundidad y reconocimiento de la literatura coreana a nivel global.

 

Tabla 2: Crecimiento e Impacto Económico de la Industria Cultural Coreana

 

 

Indicador

Valor

Significado

Inversión cultural 2020

US$ 5.5 billones

Demuestra el compromiso financiero del gobierno con el sector.

Valor del mercado global de contenido (2021)

US$ 70.2 mil millones

Posiciona a Corea del Sur en el 7º lugar mundial, evidenciando el éxito de su política cultural.

Exportaciones de contenido (2021)

US$ 11.9 mil millones

Crecimiento del 16.3% impulsado por los videojuegos (68.7%), lo que valida la cultura como motor económico.

BTS, Dynamite (2020)

US$ 1.40 millones en recaudación

Cifra que demuestra el poder económico de un solo producto musical, generando 8,000 puestos de trabajo.

Inversión en Hallyu(2021)

US$ 585 millones

Cifra que refuerza la inversión sostenida y específica en la proyección global de la ola cultural.

 

Tabla 3: Desafíos y Riesgos del Modelo Coreano

 

 

Desafío/Riesgo

Descripción

Contexto

Dependencia de políticas estatales

El modelo puede sufrir de sesgo y censura debido a su estrecha dependencia del gobierno.

La Ley de Seguridad Nacional permite limitar la expresión de ideas que el gobierno considera anti-estatales.

Riesgo de homogeneización cultural

Existe el peligro de que se promueva una "cultura oficial" y se desaliente la experimentación, resultando en un "monocultivo cultural".

La presión por el éxito podría limitar la diversidad de las producciones artísticas.

Dependencia de plataformas globales

El éxito de la industria está fuertemente ligado a plataformas como Netflix, lo que crea un riesgo estratégico.

Netflix se ha convertido en la principal plataforma para el contenido coreano en varios mercados, limitando la autonomía de la industria.

Éxito económico vs. sostenibilidad creativa

El modelo puede priorizar el éxito financiero sobre la sostenibilidad humana y creativa de los artistas.

La sobreexplotación laboral y las condiciones precarias en la industria del K-pop son un ejemplo de esta tensión.

Excesiva comercialización

La cultura puede ser vista de manera utilitarista y reducirse a un bien de consumo, priorizando al consumidor sobre el ciudadano.

El modelo del Hallyufomenta una ciudadanía basada en el "consumo casi omnívoro".

 

 

 
 
 

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