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El Ecosistema Formativo de la Gestión Cultural en Iberoamérica

Elementos de la formación en gestión cultural

La formación especializada en Gestión Cultural en Iberoamérica ha trascendido su propósito inicial de ser simplemente un conjunto de habilidades administrativas para convertirse en un imperativo estratégico para el desarrollo regional. Esta profesionalización es indispensable porque actúa como el motor que eleva al sector, asegurando la pertinencia social de la cultura y alineándose con las agendas contemporáneas de desarrollo sostenible (ODS), derechos humanos y la economía creativa. El éxito de las políticas culturales en la región depende directamente de la calidad y la visión de los profesionales que las ejecutan.


Evolución Conceptual y Ruptura Epistemológica


La Gestión Cultural no es un concepto estático en Iberoamérica; su ingreso en el léxico y la práctica regional se produjo a mediados de los años ochenta, aunque ya existían acepciones funcionales previas como la "animación", "promoción cultural", "administración" o "gerencia" o "trabajo cultural". Esta trayectoria evidencia una evolución intencional de la praxis cultural dirigida específicamente a su profesionalización, marcando una distinción conceptual crítica respecto a la mera administración.


La diferencia entre la antigua "administración cultural" y la actual "gestión cultural" profesionalizada representa una ruptura fundamental en la forma en que se concibe y se ejecuta la política pública en el ámbito cultural. La administración tradicional se enfoca en la eficiencia operativa, la preservación o el mantenimiento del status quo, a menudo bajo una intervención ideológica del Estado.


En contraste, la gestión cultural, tal como se entiende en la región, busca ser un facilitador y dinamizador de lo cultural, actuando como un auxiliar en la gestión de la producción, circulación y consumo de bienes y servicios culturales, así como de contenidos simbólicos. Este enfoque implica que la formación del gestor requiere un perfil basado en la mediación, el conocimiento sociopolítico y una comprensión de las dinámicas comunitarias, superando la limitación de centrarse únicamente en las herramientas contables o burocráticas. La profesionalización, por tanto, no es solo un proceso de capacitación, sino una formalización de esta nueva perspectiva que impone limitaciones lógicas al poder estatal, obligándolo a enfocarse en la facilitación.



Definición de Impacto


La gestión cultural moderna se define intrínsecamente como una metodología de transformación social. Su alcance va más allá de la preservación patrimonial para convertirse en un motor de cambio estructural, conectando personas, transformando barrios y construyendo futuro social.


El enfoque estratégico de este campo es reconocido y promovido activamente por organismos supranacionales como la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB). Estos organismos enfatizan que los gestores capacitados son esenciales para abordar los desafíos regionales, desde la acción climática y la digitalización hasta la garantía de los derechos culturales. Los informes presentados por la SEGIB y la OEI, que constituyen una herramienta estratégica para el análisis y la toma de decisiones, identifican avances, desafíos y oportunidades, demostrando la necesidad de una planificación y cooperación cultural articulada y basada en evidencia.


La Gestión Cultural en Iberoamérica, entonces, no solo gestiona recursos; gestiona el desarrollo, exige la rendición de cuentas e impulsa el bienestar, tal como lo demandan las conferencias intergubernamentales de la región.


El Reconocimiento Profesional y Académico


El desarrollo de la Gestión Cultural como disciplina académica y campo profesional en Iberoamérica se ha caracterizado por un proceso acelerado de institucionalización, impulsado por la necesidad de dar respuesta a las complejidades del sector cultural en la última década.


La Consolidación Académica e Interdisciplinariedad


El proceso de profesionalización en América Latina ha seguido un doble camino: no solo se ha centrado en la formación de gestores culturales a nivel universitario, sino también en el establecimiento de la Gestión Cultural como un campo académico formal de estudios interdisciplinares. Esto ha conllevado el reconocimiento explícito de saberes, la validación de prácticas laborales históricas y la especificación de perfiles profesionales claros.


El gestor cultural en Iberoamérica debe dominar una complejidad inherentemente interdisciplinaria para poder comprender, interpretar y formular alternativas que contribuyan al fortalecimiento y desarrollo cultural, político y económico de la sociedad. Las investigaciones que sustentan este campo de estudio, como se ha evidenciado en la literatura científica, requieren contrastar permanentemente perspectivas, saberes y análisis provenientes de diversas disciplinas para enriquecer la configuración e interpretación del fenómeno cultural.


El gestor se convierte así en un mediador estratégico, operando entre diversos actores sociales. La formulación de políticas y estrategias de gestión, en consecuencia, debe ser el resultado directo del conocimiento y el reconocimiento profundo del medio en el cual se manifiesta la cultura.


Cartografía de la Oferta Formativa


El desarrollo formal de la formación en GC muestra un patrón claro en la región: una fuerte dependencia de los programas de posgrado.


El Fenómeno de los Posgrados


Se ha constatado que la formación posgradual, especialmente a nivel de especialización y maestría, es la tendencia dominante, actuando como una "bisagra" entre una oferta aún escasa de pregrados en la materia y la proliferación de programas de posgrado. Esta estructura formativa tiene una implicación significativa: la formación en Gestión Cultural opera como un mecanismo de adaptación y reconversión profesional. Atrae a profesionales ya establecidos en campos adyacentes (ciencias sociales, artes, administración, humanidades) que buscan una especialización para insertarse o liderar el sector cultural. Si bien esto maximiza la interdisciplinariedad al integrar diversas experiencias previas, también impone el reto de estandarizar una base teórica sólida, evitando que la formación se perciba como una mera acumulación de técnicas.


Contenidos Curriculares Esenciales


Los currículos de posgrado buscan activamente incorporar aspectos muy prácticos y temas que responden a la demanda profesional más actual. Por ejemplo, en programas de maestría, las asignaturas se centran en competencias clave para la sostenibilidad y la operatividad, incluyendo:


  • Introducción y Diseño de Proyectos Culturales

  • Gestión Económico Financiera

  • Marketing de la Cultura

  • Análisis de Problemas Contemporáneos

  • Temas Selectos de Gestión Cultural



Aun cuando esta integración de lo práctico y lo actual es positiva, se ha observado que la fuerte influencia de la institución promotora de la formación (ya sea una administración pública o una organización de la sociedad civil) puede generar un currículo que presenta algunas "fisuras" en su estructura completa de formación profesional.


El Ecosistema de Cooperación y Estandarización Regional


El desarrollo de la Gestión Cultural en Iberoamérica está intrínsecamente ligado al apoyo y la coordinación de redes supranacionales, que funcionan como la infraestructura invisible que sostiene la calidad y la coherencia del campo en un contexto geográficamente vasto y políticamente diverso.


La Gestión Cultural como Estrategia de Desarrollo Humano y Cohesión Social


La importancia crucial de la formación en Gestión Cultural en Iberoamérica radica en su compromiso con una concepción de desarrollo que prioriza la dimensión humana, social y comunitaria sobre el simple beneficio económico.


El Paradigma del Desarrollo Sostenible Iberoamericano


En la región, la Gestión Cultural se desmarca de un modelo exclusivamente productivista o capitalista, enfocando su misión primordial en dinamizar procesos socioculturales. La mirada frente a las economías culturales es más cercana a pensar el desarrollo en su dimensión social y política que en la mera búsqueda del lucro.


La cultura, en este contexto, es vista como un catalizador para construir una nueva idea de desarrollo. Esta idea se centra en la ciudadanía, la mejora de la calidad de vida y la noción del "buen vivir", alineándose con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Un desarrollo que debe incluir infraestructura, pero, crucialmente, debe tener "más que ciudad, ciudadanía".


Si bien la misión principal es la sostenibilidad social, la formación debe también capacitar al gestor en habilidades empresariales. Hoy en día, se reconoce que la cultura, además de las satisfacciones que ofrece, debe ser útil para desarrollar una capacidad emprendedora y empresarial que aporte a la cadena productiva del sector y a las industrias culturales y creativas (ICC). Este equilibrio entre la misión social y la viabilidad económica es un sello distintivo de la gestión cultural iberoamericana.



Impacto en la Cohesión Social y la Transformación Territorial


La Gestión Cultural no es una disciplina meramente teórica, sino una herramienta de cambio social cuyo impacto se mide en la transformación tangible de los territorios y en la construcción de tejido social.


Modelos Replicables de Resiliencia Comunitaria


La formación profesionalizada en GC es capaz de generar modelos replicables de resiliencia urbana y comunitaria. Ejemplos específicos demuestran este poder transformador:


  1. Transformación en Moravia (Medellín, Colombia): La implementación de un Centro de Desarrollo Cultural en Moravia, un sector estigmatizado por ser el antiguo basurero de la ciudad, se convirtió en el epicentro de una profunda transformación territorial. Este proceso reconoció y documentó prácticas de reivindicación urbana, gestión comunitaria y autoconstrucción barrial. El establecimiento de un "Archivo Vivo" en el lugar valida la gestión cultural como una herramienta concreta de cambio social y planificación territorial, documentada y replicable.

  2. Construcción de Narrativas y Políticas Públicas: El proyecto "Voces del Territorio" en Cartagena, que formó a jóvenes de comunidades vulnerables como comunicadores culturales, es un ejemplo de cómo la GC puede incidir en la política. El impacto de las historias generadas logró resonancia en medios nacionales, lo que a su vez impulsó la generación de políticas públicas de apoyo a la cultura juvenil.


Estos casos demuestran que la formación en GC eleva al gestor a la categoría de planificador territorial, capaz de generar impacto directo a nivel municipal y barrial, justificando la inversión pública en su capacitación.


El Enfoque en Derechos Culturales y Participación Comunitaria


La Gestión Cultural en Iberoamérica se enfoca en el respeto de los derechos culturales, lo que exige gestores capaces de aplicar metodologías de impacto social que aseguren el acceso equitativo a la cultura. Esto incluye la implementación de estrategias de descentralización, programas de formación gratuita y la creación de espacios culturales en territorios periféricos.


Fortalecimiento de la Gobernanza Local

La formación del gestor cultural es un factor de fortalecimiento de la gobernanza local y de control democrático. Existe un mandato claro para fortalecer las administraciones locales y mejorar la gestión de planes, programas y proyectos.


Más importante aún, se exige la construcción de mecanismos para la gestión de fondos culturales a través de consensos y control comunitario, como fiscalización y seguimiento. Este requisito explícito obliga a que la formación en GC incluya módulos sobre transparencia, rendición de cuentas (accountability) y mecanismos de vigilancia cívica. El gestor es, por lo tanto, un facilitador de la democracia cultural y un garante de la transparencia.


Los programas especializados, como el Posgrado Internacional en Políticas Culturales de Base Comunitaria (FLACSO-IberCultura Viva-SEGIB), hacen hincapié en el vínculo entre políticas culturales, ciudadanía, derechos culturales y la incidencia política de las organizaciones culturales comunitarias. Esta perspectiva fomenta la participación social mediante el trabajo asociativo, cooperativo y colectivo, impulsando la construcción integral de ciudadanía. La premisa subyacente es que, si la sociedad es plural, el sector cultural debe ser plural, y el Estado debe limitarse a facilitar y dinamizar, sin intervenir ideológicamente.


Las Competencias de Vanguardia para la Agenda Iberoamericana


La relevancia de la formación en Gestión Cultural se mide por su capacidad para integrar los desafíos globales y las nuevas prioridades políticas de la región, que se articulan en los acuerdos de cooperación de alto nivel. La agenda 2025 exige que los gestores adquieran un conjunto de competencias de vanguardia para garantizar la sostenibilidad y la equidad del sector.


Retos de la Digitalización y Emprendimiento Innovador


El sector cultural iberoamericano, en particular las Industrias Culturales y Creativas (ICC), ha reconocido la urgencia de adaptarse a los cambios tecnológicos y a las nuevas realidades económicas. La OEI está enfocada en el desarrollo de nuevas competencias en digitalización, internacionalización y emprendimiento para las ICC. Estas competencias se consideran cruciales para la reactivación y el desarrollo socioeconómico del sector, especialmente tras el impacto de eventos disruptivos como la pandemia de COVID-19.


La SEGIB, por su parte, ha reafirmado su compromiso con la construcción de un ecosistema creativo, inclusivo e innovador, lo que se materializa con el nacimiento de la Red Iberoamericana de Economía Creativa y Cultural. Este enfoque requiere que la formación vincule el arte, la ciencia y la tecnología, tal como lo ejemplifica la Plataforma Bogotá, que crea laboratorios interactivos de experimentación abierta para unir a artistas, científicos y tecnólogos.


La formación debe garantizar que el gestor cultural pueda pensar en la cultura como un motor de desarrollo, aportando a la cadena productiva del sector y a la promoción de procesos creativos con alto potencial para la cohesión social y el desarrollo territorial.


La Integración de las Agendas Sociales y Ambientales


Los gestores culturales deben ser líderes en la transición socioecológica de Iberoamérica. La cultura no es inmune a las crisis globales; por el contrario, se le asigna un papel activo en su solución.


Cultura y Acción Climática


Los acuerdos de la XXII Conferencia Iberoamericana de Cultura (2025) han establecido un mandato político de alto nivel: promover una visión regional sobre cultura y acción climática. Esto implica que la formación debe capacitar a los gestores para articular los conocimientos y saberes tradicionales de los pueblos indígenas, originarios y afrodescendientes con la innovación, la ciencia, la tecnología y las políticas públicas, preparándose para eventos clave como la COP30 en Belém do Pará, Brasil.


La cultura se mira no solo como un sector afectado por el cambio climático, sino como un agente de resiliencia. Esto exige que los currículos incluyan análisis de riesgo, sostenibilidad de materiales y la gestión integral del patrimonio (material e inmaterial) en un contexto de vulnerabilidad ambiental. El gestor se convierte en un agente de política ambiental utilizando herramientas culturales.


Equidad y Derechos Digitales


La actualización de la Carta Cultural Iberoamericana (2025) subraya la necesidad ineludible de avanzar en equidad de género, derechos culturales y digitales. La formación debe incorporar esta perspectiva de derechos humanos y la eliminación de cualquier tipo de discriminación hacia colectivos vulnerables (juventud, pueblos originarios, afrodescendientes, etc.).


La integración de factores tan complejos como los derechos culturales, la equidad de género y la acción climática requiere un marco teórico robusto en la formación, que vaya más allá de la simple inclusión de talleres puntuales. Si el currículo se enfoca excesivamente en lo práctico, sin el sustento estructural, existe una brecha formativa potencial que impediría al gestor abordar estos desafíos de manera profunda y efectiva.


Financiación y Viabilidad de Proyectos


Una gestión cultural eficaz requiere la capacidad de movilizar y gestionar recursos de manera transparente. Los currículos deben equilibrar la misión social con la viabilidad operativa.


Competencias en Finanzas y Estrategia


La inclusión de módulos sobre Gestión Económico Financiera y Marketing en la Cultura  asegura que los profesionales puedan diseñar e impulsar proyectos culturales que lleguen al mayor número de usuarios y que sean financieramente viables. La formación especializada, como la ofrecida en programas de posgrado y cursos cortos (ej. Gestión de proyectos culturales de la Fundación Carolina y la Universidad Complutense de Madrid), es esencial para asegurar el acceso a becas y la financiación de proyectos.


Recomendaciones Estratégicas para Consolidar la Excelencia Formativa


Para consolidar el campo de la Gestión Cultural como un pilar estratégico de desarrollo en Iberoamérica, la excelencia formativa debe enfocarse en la estandarización, la gobernanza transparente y la innovación pedagógica.


Armonización Curricular y Calidad Académica


El proceso de institucionalización debe continuar con un esfuerzo concertado para la estandarización regional. Es imperativo fortalecer las redes de formación existentes, como IBERFORMAT, para estandarizar perfiles profesionales y niveles académicos. Esto garantiza que la formación sea coherente a nivel regional y que los títulos obtenidos tengan validez y reconocimiento global.


Una recomendación fundamental es la inclusión de la investigación aplicada en los planes de estudio. Los gestores deben ser formados en la recolección de información estadística en la dimensión cultural y en competencias de vigilancia tecnológica, lo que permite que la toma de decisiones se base en evidencia (políticas evidence-based). Este rigor analítico es crucial para medir el impacto de la cultura en el desarrollo.


Finalmente, la formación debe reafirmar la necesidad de la pluralidad en la gestión. La Gestión Cultural no debe ser asumida como una doctrina, sino como una herramienta que valida y fortalece el trabajo de la sociedad civil, reconociendo a los actores comunitarios como motivadores y responsables de la cultura.


Fortalecimiento Institucional y Gobernanza Local


La formación debe tener un impacto directo en el fortalecimiento de las administraciones locales, lo cual se logra a través de la capacitación en dos áreas clave:


Inversión en Formación de Públicos

Es esencial que la formación en Gestión Cultural incide profundamente en la formación de públicos para la cultura, transformando al espectador pasivo en una demanda cultural activa y crítica. Esto asegura la sostenibilidad a largo plazo del ecosistema cultural.


Transparencia 

Para garantizar la confianza democrática y el uso adecuado de los fondos, se deben implementar módulos obligatorios que instruyan a los gestores en la construcción de mecanismos de control comunitario. La capacitación en fiscalización y seguimiento es vital para la gestión de fondos culturales y el fortalecimiento de la administración local. Además, la formación debe clarificar y promover el rol adecuado del Estado como facilitador y dinamizador de la cultura, no como un interventor ideológico.


Innovación Pedagógica y Transdisciplinariedad


Para asegurar la pertinencia de los egresados en un mundo en rápida evolución, la pedagogía debe evolucionar:

  • Modelos Prácticos de Innovación: Promover el desarrollo de laboratorios interactivos y espacios de experimentación abierta, siguiendo modelos exitosos como el de Plataforma Bogotá, que fomenta la creación colectiva y la aplicación práctica del arte, la ciencia y la tecnología.

  • Formación en Cultura para la Paz y Memoria: Los currículos deben asegurar la capacitación en la Gestión Cultural para el abordaje e intervención en territorio, especialmente en procesos de reconciliación y memoria histórica, fundamentales para el desarrollo del tejido social en contextos posconflicto o de alta exclusión.


Conclusión


La importancia de la formación en Gestión Cultural en Iberoamérica radica en su capacidad para catalizar una visión de desarrollo que prioriza lo humano y lo social. Esta disciplina ha evolucionado de la simple administración de recursos a un campo académico y profesional que impulsa la transformación social activa y documentada, como lo demuestran los casos de generación de políticas públicas a partir de narrativas comunitarias.


La dependencia del nivel posgradual en la región posiciona a la Gestión Cultural como una disciplina clave para la reconversión y la especialización de profesionales, maximizando la interdisciplinariedad. Sin embargo, para enfrentar los desafíos de la agenda 2025+ (clima, digitalización, equidad), es crucial asegurar que esta formación sea profunda, basada en evidencia y estandarizada por las redes regionales.


Al capacitar a gestores con una visión de derechos culturales y competencias de vanguardia, Iberoamérica fortalece su capacidad para reconocer la diversidad cultural no sólo como un derecho, sino como un bien público global y una oportunidad de futuro. La inversión en esta formación garantiza que el desarrollo regional cuente con más ciudadanía que solo infraestructura, asegurando un futuro sostenible e inclusivo.


 
 
 

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