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Trabajar por la libertad

El 1 de Marzo de 2020 llegué al Parlamento como invitado para participar del discurso inaugural del Presidente de la República, ante la Asamblea General en el Palacio Legislativo. Alli Luis Lacalle Pou dijo que la democracia “la construyen también los intelectuales y los agentes culturales, que nos ayudan a entender el sentido profundo de nuestras decisiones”. Esa construcción y esa participación de la democracia por parte de agentes culturales requiere de varios ejes de trabajo.


Una de las acciones fue incorporar artículos en la Ley de Urgente Consideración que trataran de cultura. En el artículo 202 se crea el Instituto Nacional de la Música, que tiene como cometidos el fomento, el apoyo, la preservación, la investigación, el desarrollo y difusión de la actividad musical, con particular énfasis en los autores, intérpretes y repertorios nacionales. Se crea por esta ley el Instituto Nacional de Artes Escénicas, que trabaja en el desarrollo de las artes escénicas en todas sus manifestaciones, el registro e investigación y el fomento de vínculos regionales e internacionales. También se creó el Instituto Nacional de Letras, que vela por el cumplimiento de la Ley N° 15.913, de 27 de noviembre de 1987, junto a otras normas complementarias y modificativas, así como la promoción y difusión de la creación literaria, con especial énfasis en los autores y editores nacionales. El Instituto Nacional de Artes Visuales, se crea para promover, proteger y difundir las artes visuales en todas sus manifestaciones, la investigación y reflexión académica y su amplia difusión a nivel nacional e internacional. Y finalmente, el Instituto Nacional del Cine y el Audiovisual, que recupera su nombre original, dado por el artículo 1° de la Ley N° 18.284, de 16 de mayo de 2008. De esta manera, y votado por todos los partidos políticos, este artículo pone en pie cinco institutos que tienen ventanilla abierta y generan, por lo tanto, más oportunidades de creación para artistas y más oportunidades de acceso a bienes y servicios culturales por parte de la ciudadanía. Eso es Uruguay.


También en la ley 19889 se rediseñó los Fondos de Incentivo Cultural que permiten la inversión de empresas a proyectos de carácter artístico y cultural a cambio de retorno en tributos. El Consejo Nacional de Evaluación y Fomento de Proyectos Artísticos y Culturales (CONAEF) tiene ahora una nueva conformación y fueron relanzados en 2021 y están nuevamente en funcionamiento. Estos artículos también fueron votados por todos los partidos. Esto también es Uruguay.

Aquí debemos poner el foco en que ambos artículos se centran en generar espacios de creación porque ese es uno de los tantos pasos que podemos dar para potenciar los derechos culturales de toda la población. Y aquí hay otro punto que se desprende de aquel discurso del 1 de Marzo de 2020, la democracia también “la construyen quienes trabajan, quienes emprenden, quienes producen, quienes comercian, porque ellos son los que aseguran la base material necesaria para que podamos cumplir nuestros sueños de libertad, justicia y oportunidades”. Y la cultura da trabajo, los trabajadores de la cultura son emprendedores y comercializan bienes y servicios. El trabajo del sector cultural necesita del apoyo de estos Institutos, como necesita de leyes que incentive las inversiones en el sector. Y eso no es discutible, y por eso es apoyado.


Tal como estableció el BID en Las industrias Culturales y Creativas en la Revitalización Urbana, su último estudio del sector, recomienda acciones como la puesta en pie de institutos y espacios de creación. Se recomienda allí diseñar plataformas para la colaboración y el intercambio de conocimientos, crear canales formales de comunicación entre el sector y el gobierno y (re) centrarse en estrategias hiperlocales. Que una Ley contemple la formalización de cinco institutos vinculados al arte y la cultura es cuidar la institucionalización de las políticas culturales como políticas de estado que trascienden partidos porque sin creación no hay arte como parte clave de la cultura y la identidad de una nación.


Pero esto sólo puede sostenerse si va acompañado de espacios de libertad de expresión, la libertad de acceder a apoyos para expresar; “la libertad de expresar las ideas de cada uno sin temor a ser hostigado por quienes piensan distinto, la libertad de crear, de innovar, de emprender y de tender a la excelencia”.


Permítanme, entonces, invitarlos a trabajar por la libertad en todas sus formas. Porque eso también es Uruguay.



Martin Inthamoussú

Gestor cultural, docente de Universidad Católica

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